Esta es una de esas frases hechas en la que nos encontramos que existen varias hipótesis sobre su origen, siendo todas muy similares en las explicaciones sobre la procedencia, aunque varía algún elemento de la historia.
En primer lugar nos encontramos con los que señalan que proviene de los pueblos bárbaros del norte de Europa
Existen versiones que señalan la costumbre que se puso en práctica durante la Edad Media y que consistía en raptar a una persona adinerada y pedir como rescate el peso del secuestrado en oro y joyas.
Entre las muchas historias relacionadas con esto podemos encontrarnos la que relata San Gregorio de Tours, quien explica como en el año 550, Carriarico, el rey de los Suevos (pueblo asentado en el noroeste de la península ibérica), renunció al arrianismo y se convirtió en católico, haciéndose muy devoto de San Martín de Tours
Según cuentan algunas crónicas de la época, el vástago real sanó por completo y el monarca a modo de agradecimiento hizo depositar en la tumba del santo el equivalente en oro y plata al peso de su hijo.